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El blog de Woodsman

Home sweet home

Home sweet home

Hubo una época en que consideraba los Estados Unidos de America como mi hogar. Viví allí desde 1995 hasta el 2000. Mi idea original era establecerme allí, pero el destino quiso que mis planes se truncaran. Regresé a España a regañadientes, sólo porque se me acabó el permiso de trabajo. Tardé más de dos años en habituarme de nuevo a vivir aquí. Hoy en día no volvería allí ni aunque me pagaran un pastón. 

Razones:

 -No hay sanidad gratuita. 

 -La matricula anual de una universidad regularcita cuesta 26.000 dolares al año. 

 -Tienen de presidente a Bush

 -No tienen una verdadera democracia. Solo hay dos partidos y ambos están controlados por los grupos de interes económico. 

  y la lista sigue...

  No me iría a vivir allí ni borracho.  

 

La felicidad

La felicidad existe. La veo todas las mañanas al despertarme. La felicidad tiene ojos grandes y redondos, como redonda es también su nariz y sus cachetes y ese hoyuelo tan mono que a menudo se asoma en su mejilla izquierda. La felicidad escribe, inventa e imagina con "m" de magia; y cose machanguitos de fieltro. La felicidad brilla porque está hecha de fuego, un fuego que a veces quema, pero que sabe ahuyentar el frío. La felicidad hace tiempo que se me coló dentro. La siento en mis huesos, la respiro, la llevo en la sangre; me llena, me inspira infinitas palabras que nunca llego a pronunciar porque aún no se han inventado. La felicidad tiene nombre y apellidos y hasta un apodo: Gracie Lou. 

Agujeros

Los dos, cada uno en nuestro agujero, escarbamos en busca de la verdad, pero sólo conseguimos cubrirnos de barro.

 Both of us, in separate holes, dug in search for the truth. But we only managed to cover ourselves with mud.

 

Below the radar

Below the radar

Hace cosa de un mes consulté el contador y vi que "Cartas desde el Bosque" había recibido 91 visitas aquel día. Sé que es una cifra más bien modesta, pero tratándose de este blog me parece una pasada. Lo lógico sería que no me visitaran más de 5 personas al día. Sinceramente, no entiendo como llega la gente hasta aquí. La mayoría de los blogs que tenían links al mío cerraron hace tiempo y no tengo por costumbre dejar comentarios en otros blogs. Soy de los que prefieren volar por debajo del radar de la blogosfera. 

No siempre he sido así. Hace casi 3 años, cuando abrí este blog, mi actitud era completamente distinta. Como toda persona que escribe, deseaba que me leyeran y nadie te va a leer si no sabe que existes. Así que lo primero que hice nada más colgar mi primer post fue ponerme a visitar blogs como un descosido y dejar comentarios por doquier. Tener un blog se me antojaba la manera perfecta de recibir criticas imparciales a mis textos, ya que la gente que me comentaba era en su mayoría desconocida. El problema es que esos desconocidos también buscan que se les visite, se les lea y se les comente, así que impera la diplomacia. Se exagera lo bueno y las opiniones poco halagadoras no suelen manifestarse. Siempre hay algún borde que vive para lo contrario, para sembrar discordia y resaltar solo lo malo, pero en general la blogosfera es un lugar no apto para diabéticos, porque tiene los niveles de azucar absolutamente disparados.

Aclaro que no pretendo meter a todo el mundo en el mismo saco y que en el saco de los blogueros aduladores me incluyo a mi el primero; y por supuesto no tengo nada en contra del tono positivo que impera en los blogs; al contrario, creo que esta actitud proviene de un genuino sentimiento de camaradería. A fuerza de leer los posts y los comentarios de un grupo de personas, uno acaba por cogerles cariño. Es bonito ir conociendo, cachito a cachito, detalles de las vidas de esas personas, intuír lo que no te cuentan y compartir tus pensamientos y experiencias con ellos.    

La parte que no me gusta es la de sentirse obligado a visitar x número de blogs por el simple hecho de que ellos te visitan a ti. En mi caso, visitaba otros blogs por corresponder y por simple cortesía, pero he de admitir que también me motivaba inconscientemente el deseo de recibir comentarios. ¿A quien no le gusta que le cuelguen comentarios? Son un estupendo masaje para el ego. Es cojonundo volver a casa, conectarte al internet, abrir tu página y ver que tienes 30 respuestas a tu último post. A nadie le amarga un dulce. Lo que pasa es que ese dulce tiene un precio en minutos, u horas incluso. Llegó un punto en el que me leía diariamente más de veinte páginas que no me hubiera leído por iniciativa propia y me devanaba los sesos para colgar comentarios en posts que no me sugerían nada. Nunca escribí nada que no pensara o sintiera, pero en muchas ocasiones me reservé mi opinión cuando esta era negativa. 

Alcancé el agotamiento bloguero hace cosa de dos años y decidí tomarme unas breves vacaciones. A la vuelta me di cuenta de que mi actitud hasta el momento había contradicho mi forma de pensar. Anhelaba que la gente fuera sincera, pero a la vez pecaba de exceso de diplomacia en mis visitas a otros blogs. Esa es la razón por la cual ya casi nunca cuelgo comentarios en otros blogs, aunque los lea. Elegí ser consecuente, aunque eso significara volar por debajo del radar.

Lost in translation

Lost in translation

Hablar noruego no me ha servido nunca de mucho. Lo uso de pascuas a ramos, cuando viene algún pariente de visita por Barcelona, o en alguna plumbea reunión del club escandinavo. Tan sólo una vez en la vida le he sacado partida al idioma de mis ancestros. Fue hace un par de años, cuando al destino se le antojó que mi casero le alquilara la habitación libre de mi piso a un noruego durante el verano. El vikingo en cuestión me cayó mal desde el primer segundo. Lasse -que así se llamaba- era bastante pijo y tenía esa actitud arrogante de la que suelen hacer gala sus compatriotas cuando se pasean por "el sur de Europa". El día que me lo presentaron, yo andaba con prisas, así que ni se me ocurrió decirle que hablaba su idioma. La siguiente vez que nos vimos, él se digirió a mi en inglés y este se convirtió automáticamente en el idioma oficial del piso. Como la química no era buena, nos hablabamos lo mínimo, y más por dejadez que por malicia fui aplazando la conversación en la que le contaría que había vivido un año en Oslo.


Lasse era el compañero de piso más molesto que he tenido el disgusto de conocer. Tenía siempre tres o cuatro invitados que se quedaban a dormir en el salón día sí y día también, me cogían comida de la nevera, armaban jaleo hasta las tantas con la música a todo meter y encima se las apañaban para ocupar la ducha siempre que yo la necesitaba urgentemente. En más de una ocasión le transmití educadamente mis quejas a Lasse, pero le resbalaron, como si estuviera hecho de teflón. 

Un día se me colmó la paciencia y decidí tomar represalias, pero de una forma sutil. Estoy muy de acuerdo con eso que dicen de que "la venganza es más dulce cuando se sirve fría", así que obré en consecuencia. Esperé el momento adecuado: una tarde en la que Lasse y sus amiguitos estaban el salón charlando. Me dirigí a donde estaba sentado Lasse y delante de sus amigos, le dije que hacía cinco días que tenía el fregadero lleno de platos, que yo no era la sirvienta de nadie y me negaba a fregarlos, que ya eran mayorcitos para limpiar lo que ensuciaban. Se lo dije en tono firme, pero tranquilo, sin subir la voz y midiendo las palabras. En realidad me daba absolutamente igual que no fregaran los platos. Solo lo hice para crear el efecto deseado. Planté la semilla y me limité a esperar a que germinara. Me senté en la sala en medio de todos ellos, fingí leer un libro y agucé el oído.  

No tardaron ni dos minutos. Dando por hecho que yo no entendía su idioma, Lasse y sus amigos empezaron a despacharse a gusto en noruego. Me llamaron de todo menos bonito. Es la primera vez que me he divertido oyendo como alguien me insultaba. Me lo pasé de lo lindo escuchándoles. Dejé que cavaran bien hondo su fosa y aguardé el momento adecuado para darles la puntilla. Veinte minutos más tarde, seguían hablando de mi y yo seguía callado, aparentemente enfrascado en mi libro y ajeno a lo que hablaban. Uno de los ellos le preguntó a Lasse donde estaba el cenicero. 

     -Está encima del mostrador de la cocina -dije yo, en un correcto noruego. 

Se quedaron helados. 

Durante lo que pareció una eternidad fueron incapaces de articular palabra. Pusieron cara de susto, cruzaron miradas -aquello parecía un tiroteo visual-, pero no fueron capaces de mirarme a mi. Finalmente hicieron como si nada hubiera ocurrido. Es algo que me esperaba. Odio generalizar, pero así son los noruegos. Eluden las confrontaciones como la peste. No se les da bien eso de ir de cara. 

A partir de ese día, Lasse y sus amigos fueron exquisitos conmigo. Mi piso parecía la sede de la competición olímpica de "hacerle la pelota a Woodsman". Se acabó el ruido, los hurtos de comida y el resto de los problemas. Lasse incluso me regaló una botella de vino al marcharse del apartamento al final del verano. 

Ahora que lo pienso tiene gracia, les tomé el pelo a esos noruegos a base de hacerme el sueco. :P



Biciclismos Ciclicos

Biciclismos Ciclicos

Me encanta ir en bici al trabajo. Es una de las pocas rutinas de mi día que no me pesa en lo más mínimo. Por muchas veces que recorra los 11 kilometros que separan mi edificio de la oficina, el trayecto nunca se me antoja repetitivo, más bien al revés, me gusta que mi trayecto diario esté adornado por cientos de pequeños detalles conocidos. Parte de ese familiar mobiliario matinal está compuesto por personas, cuyas caras voy reconociendo a fuerza de cruzármelas a diario. Un buen ejemplo es la pareja de mormones que me encuentro a eso de las nueve y cuarto a la altura de Tetuan, montados en sendas Bromptons de color verde oscuro y ataviados con su caracteristico uniforme. Ellos también se han fijado en mi, porque hace un par de semanas que empezaron a saludarme amigablemente al pasar. También está el guarda del Hotel Intercontinental, cerca de la esquina con Rambla de Catalunya, ese que tiene un aire con Shrek, por lo alto y fornido que es. El que no deja de sorprenderme es el viejito del Rottveiler. Es un hombre muy polivalente, cada día me lo encuentro en una actitud distinta. Le he visto sentado en un banco, leyendo un libro; de pie junto a su perro, con cara de resignación, mientras espera, bolsa en mano, a que el animalito deposite el regalito de turno; mirando un escaparate mientras se saca los mocos; soltandole obscenidades a un grupo de quinceañeras... cualquier día me lo toparé saliendo de un banco, corriendo con una saca de dinero a cuestas y la policía pisándole los talones. 

 

No obstante, mi personaje matutino favorito es la pelirroja-pecosa-y- regordeta-de-las-coletas-estilo-Pipi-Langstrup. Me la cruzo con puntualidad germánica a las nueve y veinticinco, a la altura de la Universidad. Viene con cara de velocidad y pose ortopédicamente aerodinámica, pedaleando como si le fuera la vida en ello. El sudor le corre generosamente por las sienes y va dando unos bufidos dignos de Maria Sharapova. Parece sacada de un cómic de Francisco Ibáñez.

 

Hace cosa de un mes, pasé por la Universidad una mañana sin toparme con ella y me extrañó. Lo primero que hice fue mirar el reloj, dando por hecho que me había adelantado unos minutos con respecto a mi horario habitual, pero marcaba las nueve y veinticinco como siempre. Al día siguiente me encontré con el mismo panorama, y al siguiente lo mismo. Algo le había sucedido. No tardé mucho en plantearme el porqué de su ausencia y mi cabeza empezó a escupir una teoría detrás de otra, cada una más peregrina que la anterior. Quizás la habían seleccionado para el casting del factor X y había dejado su trabajo… o tal vez se había marchado a Canadá a conocer a su cybernovio, residente en Quebec, un muchachillo igual de pecoso y pelirrojo que ella al que le gusta coleccionar sellos… o a lo mejor le había saboteado la bici un exnovio resentido, que todavía no le había perdonado los cuernos que le puso.

 

Lo normal es que me hubiera quedado con la intriga para siempre, pero al destino se le antojó proporcionarme la respuesta al enigma hace apenas unos días. Iba yo tan tranquilo andando por el Paseo de Gracia, de camino a la Casa del Libro cuando me la encontré de frente. La pobre iba bufando como siempre, pero sin la bicicleta. Los bufidos se debían esta vez a la falta de costumbre de andar con muletas. Lucía una escayola toda pintarrajeada que le cubría desde el pie hasta la rodilla.

 

Que aburrida puede llegar a resultar a veces la realidad.

 

En fin… enigma resuelto: la chica se partió el tobillo y por eso no podía montar en bici.

Hmmm.... aunque nunca se sabe... quizás le rompió el tobillo aquel exnovio despechado al que le puso los cuernos.

Basura Geste

Basura Geste

En estos últimos meses me ha tocado aventurarme en el mundo de los trabajos basura. Ha sido toda una experiencia. Todo empezó a finales de verano, cuando la úrgencia por ganarme las habichuelas hizo que aterrizara en una infame empresa llamada Grupo BF para trabajar de comercial. No entraré en detalles, pero cualquier descripción que pueda haceros de aquella galera llena de esclavos disfrazada de crucero, se queda corta. Tardé mes y medio en que la visión periférica me permitiera atisbar las cadenas que me ataban a los remos; pero al primer vistazo salí pitando. 


Pese a pagar la novatada y sentirme un tanto imbécil, decidí darle una segunda oportunidad a esto de ser comercial. Fue ante todo una decisión práctica, pues la mayoría de las ofertas de los periódicos eran de comercial. En esa ocasión tuve un poco más de suerte. Cambié el vertedero por una carnicería. Me explico: este nuevo trabajo tenía un buen salario, un excelente horario y la oficina estaba en el puro centro de Barcelona, a escasos 15 minutos de mi casa. Se había acabado eso de llegar a casa con los pies llenos de ampollas de tanto caminar, preocupado ante la perspectiva de pasar el día siguiente cojeando durante horas y agrandándome las ampollas; en el nuevo trabajo pasaba las ocho horas sentadito comodamente en mi mini-despacho. ¿Cual era la letra pequeña? La rotación. 

Creo que pocas empresas en esta ciudad reemplazan al personal con la rapidez con la que lo hacen en esta. Para que os hagáis una idea os diré que en Septiembre entramos unas 25 personas de las cuales solo quedamos 2 a día de hoy. Sí. Aunque parezca mentira sigo allí por las razones que enumeré antes: buen salario, buen horario... En los siete meses que llevo allí he visto como contrataban y luego defenestraban a más de 100 personas. Una vez más me abstendré de dar detalles. Solo os diré que nuestro producto es caro y difícil de vender, así que el que no vende dura menos en la empresa que un caramelo en la puerta de un colegio. Lógico.

Mi situación me recuerda a menudo a la película Beau Geste, a la escena en la que John (Ray Milland) y su hermano Beau (Gary Cooper) están defendiendo el fuerte de la legión extranjera contra los ataques de los moros. El numero de atacantes excede en mucho al de los defensores. Después de cada oleada, John y Beau se buscan con la mirada, temerosos de que el otro no haya sobrevivido. Al final, tras una de las ofensivas, John echa un vistazo hacía el parapeto donde está Beau y descubre horrorizado que a su hermano le ha alcanzado una bala enemiga y llace muerto en el suelo. 

Había un compañero en la empresa con el cual hice muy buenas migas, mi Beau particular. Al igual que Beau, el también aguantó muchas oleadas; pero al final cayó, como el resto de compañeros. La diferencia entre la película y este trabajo es que en la ficción llegaban refuerzos y ahuyentaban a los moros. Aquí llegan refuerzos continuamente, pero la batalla continua y en cualquier le puede alcanzar a uno una bala. Y aún así, duermo tranquilo. Tengo claro que no voy a pasarme la vida en la legión extranjera. 

Buckets Full of Hope (Song)

Buckets Full of Hope (Song)

Buckets Full of Hope

I gotta face the truth
I’m wasting all my youth
In you... alone.
No matter how I try
I’ll never catch your eye
For real... not just on loan.


And though you’ve never meant to play with me,
I’m in too deep, I can’t afford to see.
This fool, believes he’ll break the rules.

One day I strayed off my path,
And on my way I met your face,
You do the math. 
I played stupid,
Told you I was lost.
"Where's the subway?"
"Do you know how much it costs?"
I bummed a smoke,
I asked for tips,
I stared intently at your lips
And got your phone.
It's been 3 years
And I'm still alone. 

And though you've always been a friend to me
I'm in too deep I can't afford to see. 
This fool believes he'll break the rules.

And I set a trap,
I planned my battle
On a table full of maps,
I did research on the things you like,
And waited for the proper time to strike.
I stole some kisses here and there.
The further action led nowhere, 
Nowhere at all,
Now I bang
My head against the wall.

And though you’ve never meant to play with me, 
I’m in too deep, I can’t afford to see
This fool, believes he’ll break the rules.

Like a fool, I float
And with buckets full of hope I bail out this boat.
After years and years of "cut" and "paste",
Of lame attempts to cater to your taste,
I’ve more than reached the time to quit,
To pack my bags and flee this pit,
And end this dance.
Yet I’m here,
Cause I still see a distant chance.

And though you’ve always been a friend to me 
These blurry boundaries make it hard to see.  
This fool still thinks he MIGHT bend the rules.

Que devaluado está el amor

Que devaluado está el amor

El amor anda un tanto devaluado ultimamente. ¿Qué cómo lo sé? Pues porque el diccionario de mi móvil no cesa de repetírmelo. Cada vez que le escribo un sms a mi novia y presiono las teclas: 2, 6 y 6 con la intención de despedirme conjugando la primera persona del presente de indicativo del verbo amar, el diccionario de mi móvil me informa que esa palabra no es ni de lejos su primera opción entre las combinaciones de letras posibles. En primera posición se encuentra la preposición "con", seguida muy de cerca por el sustantivo "año". La palabra "amo" -a pesar de que cuenta con dos significados- ocupa un decepcionante 5 puesto, precedida nada más y nada menos que por el poco glamuroso sustantivo "ano". En resumen, que esta sociedad va de culo.


El ratoncito que se metió en un agujero

El ratoncito que se metió en un agujero

Visto el rotundo fracaso que ha tenido mi última canción (no me ha comentado ni mi madre), voy a probar algo distinto. Rebuscando entre mis archivos he encontrado mi primera composición. Como ópera prima no está mal, se nota que todavía no dominaba la guitarra, pero ya apuntaba maneras. 
 
En fin, que he descolgado "Set for Life", el archivo de MP3 que colgué ayer, y he puesto este otro en su lugar. Con todos ustedes, mi primera canción: "El ratoncito que se metió en un agujero". El que quiera escucharlo que haga click aquí

Set for Life · (song)

Set for Life · (song)

For Denise
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Set For Life
 
Many times I thought it rhymed,
I even wrote in stone.
It seemed robust,
But then turned to dust, 
I found myself alone. 
 
And then you land, 
You take my hand, 
Show me the point of life. 
I look at you,
It all comes true, 
I know I’m set for life. 
 
Searched for love, 
Yet found its moon. 
I thought I’d turned immune. 
Playful fate! It made me wait
To hear the perfect tune. 
 
And so you land, 
You take my hand, 
Show me the point of life. 
I look at you, 
It all comes true, 
I know I’m set for life. 
 
It makes no sense
To build a fence. 
I don’t fear the future tense. 
Let’s abandon all pretense. 
I know I’m set for life.  
 

¿Y ahora qué?

¿Y de qué coño escribe uno cuando se le acaban los conflictos?

 
 

Goodbye, Blue Eyes · (Song)

Goodbye, Blue Eyes  ·  (Song)

 For Anna, who taught me the true meaning of friendship. 
 
 Goodbye, Blue Eyes
 
Words missing, 
My heart is wishing you could stay. 
So many things to say
Before you leave my side. 
I want to thank you for the ride, 
Thank for your smile, 
Thank you for the memories. 
 
Blue Eyes, 
You filled my days with wonder, 
You bore my many blunders, 
You kicked my ass at listening, 
And always, you were there,
And you showed that you cared, 
And many things we shared. 
You gave me peace and then stole it. 
 
Games, sunshine, 
And songs of mine, 
And, my friend, you fall asleep again,
We chat, we muse on life.
How I wish it could last!  
This summer went so fast.
I dread the day when you’ll be gone.
 
Blue Eyes, 
You filled my days with wonder, 
You bore my many blunders, 
You kicked my ass at listening, 
And always, you were there,
And you showed that you cared, 
And many things we shared. 
You gave me peace and then stole it. 
 
You gave me peace, and then stole it.  
 

Acerca del agua y el aceite

Acerca del agua y el aceite



Para ser aceite hay que nacer oliva, de nada sirve ser voluntarioso vapor o calculador hielo. Quise trascender mi condición acuosa y tornarme en aliño de frescas y volubles ensaladas, pero solo logré freírme en su gélida verdura. Allá a donde iba, arrastraba mi carga de lípidos libros, que ya habían pasado mi página, o peor incluso, ni se la habían leído. Hasta que encontré a mi segunda parte de hidrógeno, mi mundo de oxígeno. Ahora me siento sólido y me evaporo, y me diluyo, y me concentro, y navego por un vasto océano de infinitas e irisadas gotas, donde el horizonte se pierde, pero el rumbo sabe a destino.

Y encima tiene un mac

Y encima tiene un mac



Y allí estaba yo, sintiendome invisible, supuestamente a salvo entre tiburones blancos de gafas empañadas y minuciosas scripts. Y ella fue a por mi, linterna en mano, dispuesta a levantar alfombras, a abrir ventanas, a mostrarme los planos de su hogar sin fisuras, sin muros, sin techo aparente, cimentado en la franqueza. Apostó con los ojos cerrados, porque se reconoció antes de mirar. Me enseñó a desaprender.

Ahora paso los días articulando mi asombro, digiriendo mi entusiasmo, revolcándome en certezas antes impensables.

Sí, ella existe, ¡y encima tiene un mac!

¿Que hago yo aquí?

¿Que hago yo aquí?



Corría el año 1969 cuando Grete se operó de apendicitis. En teoría era un procedimiento rutinario, pero el cirujano se encontró con una pequeña sorpresa en mitad de la intervención.

--Me pinché con algo mientras te operaba-- le dijo a Grete una vez que esta se hubo despertado--. Hay algo extraño en tu zona pélvica, en el hueso. Creo que deberías sacarte unas radiografías y asegurarte de que todo está bien antes de quedarte en estado.

Aquello no hizo más que confirmar las peores sospechas de Grete. Hacía tiempo que sabía que su estructura osea no era como la de el resto de los mortales. Cuando tenía poco más de diez años le diagnosticaron una rara enfermedad llamada "exóstosis múltiple", que hacía que le salieran pequeños bultitos en los huesos. En muchas ocasiones, aquellos bultitos interferían con el correcto funcionamiento de sus músculos y había que extirparlos. Entre los 10 y los 14 años, Grete pasó casi tanto tiempo en el hospital como en su casa. Por fortuna, una vez que dejó de crecer, aquellos bultitos, que estaban hechos de materia osea, también dejaron de aparecer. No obstante, todavía le quedaban bultos por extirpar en el cuerpo y era imposible saber cuantos a menos que se hiciera un exámen radiológico completo, pues muchos de ellos estaban en sitios recónditos, donde no podían notarse al tacto. Ahora, con 23 años y justo cuando se planeaba quedarse embarazada, descubría que tenía otro regalito en la pelvis. ¿Significaba eso que no podría tener hijos?

Un par de semanas después de la su operación de apendicitis y para salir de dudas, Grete acudió a otro médico al que llamaremos "X". X le hizo unas radiografías y para alivio suyo, le dijo que no tenía nada de que preocuparse, que todo estaba en orden, que podía tener todos los hijos que se le antojase sin peligro ninguno. Grete se quedó en estado poco tiempo después. En aquella época no existían las ecografías y era peligroso para el feto hacerse radiografías durante los primeros meses de la gestación, así que Grete no se enteró de lo equivocado que estaba X hasta que le faltaron apenas dos meses para dar a luz. Jose Antonio, un ginecologo amigo de la familia que iba a asistirla durante el parto, recomendó que se le hiciera una nueva tanda de radiografías y se quedó lívido nada más echarles un vistazo. En ellas se podía ver la pelvis de Grete, de la cual salían tres bultos puntiagudos y afilados que apuntaban directamente a la cabeza del feto... a mi cabeza. Sí, aquel carajillo de futuro incierto era yours truly, Mr. Woodsman. Mis padres se tomaron aquel problema con resignación y sentido del humor. Mi primer apodo, antes incluso de haber nacido, me lo dieron ellos. Me llamaban "Scarface" (cara cortada) porque pensaban que iba a nacer con la cara llena de cortes... bueno.... eso si llegaba a nacer. Había muchas posibilidades de que la palmara antes y mi madre también estaba en serio peligro. Afortunadamente yo ya era espabiladillo por aquel entonces y me cambié de posición, huyendo de los dichosos pinchos. Me desplacé hacia arriba, a una posición completamente antinatural, en la que mi pie caía justo encima del nervio ciático de mi madre. Cada vez que daba una patada, mi madre veía las estrellas y en más de una ocasión llegó a desmallarse del dolor.

Gracias a Dios... o a Jose Antonio, tanto mi madre como yo sobrevivimos al parto y llegué a este mundo de una pieza y sin cortes en la cara.

A día de hoy, mi madre desconoce las razones que movieron a el tal doctor X a darle el visto bueno para concebir hijos. Nuestro amigo Jose Antonio contactó con él y le pidió las radiografías que este le había hecho a mi madre antes del embarazo y X se negó en redondo a dárselas. Quien sabe que demonios pasó. Quizás salieron movidas, o se velaron o X simplemente ni se las miró. Mis padres se plantearon la posibilidad de demandarle, pero lo desestimaron. En el fondo le estaban agradecidos, porque si hubiera hecho su trabajo como es debido, yo no estaría en este mundo. Vamos, que le debo la vida a un cabrón negligente que casi se carga a mi madre.

A veces me pregunto como reaccionaría si me encontrara a ese individuo por la calle. ¿Debería darle un guantazo o un abrazo?


PD. Ese niño regordete de los bucles pelirrojos que sale en la foto soy yo, y los de los lados son mis padres, claro.

The currency of the world

The currency of the world



"You should try lying, it's the currency of the world"

A line from the movie Closer, directed by Mike Nichols

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When I heard that sentence, it automatically made me wonder: "what is the true currency of the world?". I think the answer is time. In today's fast paced world, people have very little time to devote to one another. Sharing a portion of your daily time with someone, no matter how small, is a way of showing that s/he matters to you. I'll take time over money, anytime.

To those who take a couple of minutes to leave comments on this blog, or who use their precious coffee break at work to drop me a line through an sms or an email, to those who are glad to spend their Sunday afternoon with me, to those who pick up the phone at ungodly hours in an effort to keep in touch, to those who fit me in their schedulles even when they really can't...

THANK YOU!!!!!

Semillas

Semillas



No sé de donde vino el agua, ni como llegó a nuestro desierto. Ni siquiera sé si tuviste algo que ver con las precipitaciones. Me contenté con contemplar extasiado la efímera explosión de vida y tonos en verde, sabedor de que todo se secaría. Solo quedaron cactus y espinas y la tierra volvió a sumirse en su inevitable letargo.

Dejaste demasiadas semillas. Parece mentira, pero aún quedan unas cuantas, escondidas entre la tierra seca, esperando una nueva agua de Mayo que encienda su fútil esperanza.

La Memoria de los Muertos

La Memoria de los Muertos

Una de las facetas más irritantes de la zona norte de Los Angeles es que la mayoría de la gente que vive allí parece cortada por el mismo patrón. Uno puede tirarse meses sin conocer a una sola persona que no este vinculada de una forma u otra a la "entertainment industry". 29 veces de cada 30, cuando le preguntas a alguien a que se dedica, la persona en cuestión te contesta que trabaja o aspira trabajar en la industria y luego especifica en cual de las tres ramas: cine, televisión o música. La cajera del supermercado de la esquina, el dependiente de la bolera a la que vas los viernes, la peluquera que te corta el pelo cada mes, el veterinario que le puso la vacuna a tu perro la semana pasada... todos están en Los Angeles por la misma razón. Las circunstancias personales de cada uno son distintas, claro: la primera sueña con conseguir un papel protagonista en una película, el segundo espera firmar un suculento contrato discográfico pronto, la tercera está segura de que algún día le comprarán ese guión en el que ha estado trabajando los 4 últimos años y el cuarto no tiene claro lo que va a hacer ni lo que quiere, pero está seguro de se acabará enchufando de alguna manera. Lo más probable es que ninguno de los cuatro consiga lo que se propone.

Mi amigo Omar y yo aterrizamos en los Angeles a finales del 1999 y nuestra situación no difería mucho de la del resto: mi meta era convertirme en director de fotografía, Omar quería dirigir películas y los dos lo teníamos bastante crudo. No obstante, siempre tuve la impresión de que mi amigo Omar llegaría lejos. Todos sus amigos lo pensábamos y eso que teníamos muy claro que su objetivo era uno de los más difíciles de lograr. En Los Angeles, uno levanta una piedra y aparecen 30 aspirantes a directores debajo. No es de extrañar por tanto, que la mayoría de las puertas de los estudios estén cerradas y a veces se antoja una hazaña imposible el abrirlas. El plan de Omar para colarse por la rendija no era nada original: había escrito un guión en el cual tenía mucha fé y pretendía convencer a un estudio de que le dejara dirigirlo. Omar y yo hablabamos siempre como si dieramos por hecho que aquel guión iba a rodarse algún día y nos pasabamos horas discutiendo sobre como iban a ser los planos de la película y que actores serían los idoneos para interpretar cada uno de los papeles.

Recuerdo que un día, tras ver la película "Croupier", estuvimos un buen rato debatiendo sobre si Clive Owen, sería el actor adecuado para interpretar a "Alan Hackman" el personaje protagonista de la película de Omar. Yo no estaba muy convencido. En un momento determinado pasamos por delante de un video club y al ver el poster "Bicentenial Man" que había en el escaparate yo dije: "¿Que te parece ese para el papel de Alan?" y Omar contestó: "¿Robin Williams? Es demasiado viejo para el papel. Además, es un actor demasiado importante. Jamás trabajaría con un director novel como yo".

Esta mañana pase por delante de un cine en el que hoy se estrena "La Memoria de los Muertos" -el título inglés es "The Final Cut". El protagonista de la película no es otro que Robin Williams y el director es Omar Naïm.
Que vueltas que da la vida.

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PD: En teoría, el post se acababa aquí, pero pensé que quizás os interesaría leer esto otro. El destino quiso que la revista de cine para la que trabajo, me encargara entrevistar a mi amigo Omar. Este es el texto del artículo que escribí para ellos (la revista en cuestión se llama Travelling y el artículo se publicó en Noviembre):

THE FINAL CUT
EL DIRECTOR OMAR NAÏM NOS CUENTA EL TORTUOSO CAMINO QUE LE LLEVÓ A DIRIGIR SU PRIMER LARGOMETRAJE

A más de un aspirante a director se le ocurre la misma pregunta el día en que se gradúa de la escuela de cine: “¿Y ahora que hago?” La respuesta no es nada fácil de encontrar. No existe ningún mapa que le guíe a uno a través del misterioso camino que conduce al éxito profesional. En una industria tan competitiva y cerrada como la del cine es muy difícil saber a que puertas hay que llamar, sobre todo porque la mayoría están cerradas para uno. Hace algo más de tres años, Omar Naïm, un joven libanés afincado en Estados Unidos, luchaba con el mismo dilema. Esta es la historia de como Naïm pasó de trabajar de simple chofer en un rancio concurso de televisión a dirigir su primer largometraje, The Final Cut, una producción de Hollywood de 10 millones de dolares de presupuesto, con Robin Williams de protagonista.

Naïm tenía muy claro cual era el primer paso a seguir: “Yo sabía que la forma de que me dejaran dirigir un largometraje era escribir el guión de una película de bajo presupuesto, con una historia que tuviera garra y que encajara en un género determinado, y luego intentar venderlo y luchar para que me permitieran dirigirlo”.

Con ese plan en mente, Naïm se sentó a escribir un guión de ciencia ficción con ingredientes de thriller llamado The Final Cut; un título que se podría traducir al español como: El montaje final. El mundo que nos muestra The Final Cut es muy similar al nuestro, con una sola salvedad, en él existe una tecnología que permite grabar la vida entera de una persona con imagen y sonido a través de sus ojos y oídos. Al morir esa persona el material es entregado a un editor, que elabora un video sobre su vida. Alan Hackman, el personaje principal, es un editor especializado en encargos difíciles, que monta las vidas de personas con un pasado turbio. La trama se complica cuando llegan a sus manos unas imágenes comprometedoras.

“Me pasé mi último año de carrera editando un documental. Después de pasar tanto tiempo experimentando con el montaje, me di cuenta de lo manipulador que puede llegar a ser ese proceso. En ocasiones, una vez que eliminas un trozo de metraje y ves la versión final de la película sin él, hasta tu mismo te olvidas de que llegó a existir. El montaje final de una película guarda muchas similitudes con la forma en la que uno recuerda su propia vida, pues uno no se acuerda de todos momentos que vive, sino de un resumen, fruto de la interpretación de los mismos. Esa conexión entre la memoria y el montaje se me quedó grabada en el cerebro y fue la semilla de mi idea.”

Una vez terminado el guión, Naïm se encontró en un punto muerto. Estaba seguro de que su historia tenía potencial, pero no sabía como hacerlo llegar a las manos adecuadas. “Me dije a mi mismo que era imprescindible tener fe en el guión y actuar como si este fuera un proyecto que iba a materializarse. Así, con un poco de suerte, quizás sucedería. De manera que empecé a pre-visualizar la película y a hacer storyboards. Quería rodar esta película a cualquier precio y me daba igual donde, ya fuera en Europa, el Líbano o en Estados Unidos”.

La respuesta a su problema le llegó de la mano de Randa Chahal, una directora libanesa amiga suya. “Le envié le guión, solo quería que me diera su opinión, pero a Randa le gustó tanto que me sugirió que lo presentara al proyecto Equinoxe, del cual yo no había oído hablar hasta entonces”.

Equinoxe es un prestigioso taller de guiones, en el que se concursa para ser admitido. Cada año se seleccionan tan solo 12 guiones entre cientos de aspirantes. Los ganadores del concurso viajan a Francia y participan durante varios días en un taller intensivo en el que reputados profesionales del medio les ayudan a mejorar sus guiones. Entre esos profesionales no solo hay guionistas, sino también productores y directores.

“¡Me aceptaron! Entonces pensé que la película estaba predestinada a ser rodada en Europa, que esta era mi gran oportunidad para causar buena impresión entre los productores europeos que acudían al taller, pero al final resultó que la gente que se interesó por mí fueron todos de Estados Unidos. Allí conocí a Bob Bookman, que luego se convirtió en mi agente y a Jonathan Nossiter, un director, que me puso en contacto con Nick Wechsler, la persona que acabaría produciendo mi película. Cuando volví a Los Angeles, les envié a Bob y a Nick el último borrador de The Final Cut y por suerte les gustó mucho a los dos. Nick tenía mucha experiencia trabajando con directores noveles y creyó en mi desde un principio. Estoy aquí gracias a que Nick tuvo el coraje de apostar por mi.”

En un par de semanas, Naïm pasó de no tener representación artística a firmar con CAA, una de las agencias de talentos más prestigiosas de la industria, y a contar además con Wechsler como escudero. Era un gran paso adelante para Naïm, pero aún le quedaba mucho camino que recorrer. Todavía tenía que convencer a un estudio de que estaba capacitado para dirigir un largometraje.

DE GIRA POR LOS DESPACHOS

“Escribí un manifiesto de 10 páginas en el que detallaba la forma en la que pensaba dirigir la película y con la ayuda de un dibujante, preparé un dosier con storyboards. Con esas armas bajo el brazo, Nick y yo empezamos a llamar a las puertas de todos los estudios de Hollywood. Fue una época realmente estresante en la que sentía como si mi futuro entero dependiera del éxito de cada reunión, pero supongo que ese tipo de presión hace brotar lo mejor de algunas personas. Logramos que 5 productoras se interesaran en el proyecto. Lions Gate fue la última en llegar, pero al final nos quedamos con ella. Algunas productoras querían cambiar el material, otras proponían presupuestos que no eran realistas. Lions Gate estuvo siempre en sincronía con nosotros y nos propuso el mejor plan, incluso se comprometía a respaldar el proyecto conmigo como director. Solo nos pusieron una condición: si en el plazo de un año no éramos capaces de firmar con un actor de peso para el papel principal, ellos se reservarían el derecho de hacer la película con otro director. Era algo que me esperaba y que no me preocupó en absoluto. A esas alturas estaba convencido de que era la persona ideal para el trabajo y sería fácil convencer a los actores. A veces, cuanto menos sabe uno, más huevos le echa

Por aquella época, el guión llevaba ya un tiempo circulando por los despachos de la ciudad y había adquirido cierta popularidad entre la gente del mundillo. Eso hizo que las posibilidades de Naïm de conseguir al actor que necesitaba se multiplicaran y empezaron a barajarse nombres de verdadero calado.

“Era como un sueño, hermoso y aterrador a la vez. De repente, nombres como Edward Norton y Matt Damon se convirtieron en Ed y Matt. Mi opción inicial para el papel principal fue Clive Owen, pero en aquella época el no era aún una estrella. El estudio tenía sus dudas y al final cambié de opinión, así que nunca llegamos a contactar con él. A medida que pasaba el tiempo me iba dando cuenta de que necesitaba un actor de más edad, alguien con calidez natural, que desprendiera humanidad. Cuando surgió el nombre de Robin Williams, tuve que pararme y pensar. Releí el guión con Robin en la cabeza y lo redescubrí. Ahora es por completo la película de Robin. Él conquistó al personaje y le volvió real

Naïm se dio cuenta entonces de que no solo tenía a su alcance a actores famosos, sino también a los mejores profesionales del medio. “Tuve una ocurrencia muy arrogante. Me figuré que ya que esta película trataba sobre el mundo de los editores, cualquier editor estaría encantado de trabajar en ella. Así que apunté a la primera persona de mi lista, Dede Allen. Su película Rojos tuvo en su día una gran influencia en mi forma de concebir el arte del montaje, sobre todo por su estructura. A Dede le gustó el guión, accedió a verme en persona, yo le enseñé los storyboards… y para mi sorpresa me dijo que sí en seguida

Animado por el éxito con Allen, Naïm se animó a sondear a otro de sus ídolos, el director de fotografía Tak Fujimoto. “El suyo fue uno de los primeros nombres de operadores que memorice, cuando apenas tenía 14 años. Me familiaricé con su trabajo a través de sus películas con Jonathan Demme. Su forma de iluminar es muy precisa y a la vez rebosa sentimiento. Estaba tan nervioso el día que me entrevisté con él que creo que no logré respirar en toda la reunión. La gente siempre te advierte que los directores de fotografía no suelen tomar muy en serio a los directores noveles, así que yo estaba un poco a la defensiva. Pero Tak no es así. Es un tipo muy gentil y de hablar pausado. Le encantó el guión y apreció el hecho de que yo hubiera hecho mis deberes con antelación, así que accedió a trabajar en la película”.

LUZ VERDE

Con tres pesos pesados como Williams, Allen y Fujimoto a bordo, el estudio no tardó en dar el visto bueno al proyecto. La pre-producción de la película comenzó en Vancouver, Canada, en Marzo de 2003. Naïm se enfrentaba a un nuevo reto. Su experiencia se limitaba al rodaje de cortos en un ámbito puramente académico y no sabía si existía algún hueco en su formación que pudiera pasarle factura durante el rodaje.

“Mientras trabajaba en esta película, tenía dos ideas danzando permanentemente en la cabeza a la vez: ‘Sé lo que hago, puedo hacerlo’ y ‘no tengo ni idea de lo que estoy haciendo ¡y se van a dar cuenta!’ De alguna manera, esas dos ideas coexistían. Pronto comprendí que el mecanismo de una película es siempre el mismo, sin importar el tamaño del presupuesto. La mayoría de mis conocimientos en el campo del corto eran extrapolables al terreno del largometraje. Uno siempre necesita localizaciones, actores, cámaras, luces, permisos, extras, comida, un plan detallado… Una de las virtudes de la escuela en la que estudié es que le daba a uno la oportunidad de trabajar en muchos rodajes y todos ellos funcionaban con la misma estructura jerárquica que utiliza Hollywood, así que tenía muy claro como comportarme con el equipo técnico. La lección más importante que aprendí es que YO era el director, así que los demás tenían que facilitarme el trabajo y no al revés. Recuerdo un día en que me preocupé porque había mucho trafico e iba a llegar tarde a una reunión. Estaba sudando de los nervios y Tak se giró y me dijo: ‘Eres el director. Que te esperen’ y yo pensé: ‘Tiene razón… siempre me olvido de eso’”.

EL DÍA “D”

“La noche antes del rodaje deseaba con todas mis fuerzas morirme para no tener así que acudir al rodaje al día siguiente. Recuerdo que ya por la mañana, mientras caminaba hacia el lugar donde íbamos a rodar el primer plano y a medida que iba dejando atrás filas y más filas de camiones y roulottes, y sorteando cables, generadores y luces; pensé: ‘¡Pero que he hecho! Toda esta gente está aquí por mi!’ Aquel día nos tocaba rodar una buena mezcla entre planos difíciles y planos sin complicaciones. Empecé a hacer mi trabajo y antes de darme cuenta el día había acabado y yo había sobrevivido. Durante meses me sentí algo avergonzado por aquella reacción previa al rodaje, hasta que escuche de boca de otros directores que es algo muy común y que de hecho es un temor que te acompaña durante toda tu carrera. Es realmente terrorífico llegar a un set por la mañana y encontrarse con todos los actores y el equipo técnico mirándote fijamente, esperando que les digas lo que tienen que hacer. Creo que un director es en realidad un actor representando el papel de un director. La actitud de un director marca por completo la pauta de la de todos los demás”.

“El tener a Tak a mi lado en el set me ayudó enormemente en mi relación con el resto del equipo técnico. No es fácil ganarse el respeto de los curtidos eléctricos y maquinistas, pero ellos vieron que Tak apoyaba mis decisiones y me dieron una oportunidad. No tardaron en acostumbrarse a mi forma de trabajar. Las diferencias de edad y experiencia entre nosotros desaparecieron rápidamente y fueron sustituidos por el respeto mutuo y una fabulosa energía colaborativa. Durante el rodaje, tenía la impresión de que todo el mundo estaba disfrutando realmente con su trabajo, que todos nos dejábamos el resto por una película que amábamos. Por lo que he oído, este tipo de atmósfera no es muy común en otros rodajes, pero yo intentaré que se repita en mis futuras películas
”.

Meses antes, durante el periodo de negociaciones, una de las consignas que Naïm repetía sin cesar a los ejecutivos era que él se sentía muy cómodo tratando con actores. Argumentaba que les entendía muy bien, porque se había criado entre ellos –su madre es actriz–, pero en realidad no las tenía todas consigo. “En realidad lo decía para compensar el hecho de que no tenía mucha experiencia trabajando con actores. Necesitaba que el estudio confiara en mi. En un principio, me intimidaba la idea tener que decirles a dos ganadores de un oscar, como Robin y Mira Sorvino, que es lo que estaban haciendo mal, pero ese miedo desapareció rápido. Me di cuenta de que a los actores les gusta que les dirijan. Necesitan saber que el director está profundamente inmerso en el momento que ellos tratan de crear. Que uno se muestre comedido no les ayuda en absoluto. Por otro lado me tranquilizaba saber que cobraban muy poco dinero por trabajar en esta película. Eso significaba que estaban ahí porque lo deseaban, en calidad de artistas. Yo tenía la ventaja de que había escrito el guión y el guión es muy detallado. A menudo no tenía que decirles nada. Otras veces bastaba con una o dos palabras, una simple idea que desencadenara nuevas ideas. Me gusta cultivar un aire de complicidad con cada uno de mis actores, la impresión de que tan solo nosotros dos conocemos de verdad al personaje y que tenemos que darle vida juntos

Una vez finalizado de rodaje, el trabajo de gente como Fujimoto o Williams había concluido y eran libres de embarcarse en nuevos proyectos, pero a Naïm aún le quedaban por delante muchos meses de trabajo en la sala de montaje acompañado de Dede Allen y Robert Brakey. “Sabía que el proceso de post-producción me deparaba muchas sorpresas, pero la más inesperada de todas me la llevé durante la mezcla de sonido. La mezcla se hace cuando el montaje de la imagen ya está terminado, de manera que uno tiene la falsa impresión de que el trabajo ya está todo hecho, pero en realidad, el sonido no empieza a adquirir verdadera forma hasta que llega la mezcla. En apenas una semana uno tiene que crear todos los matices sonoros que dan vida a una película, mientras que el equivalente a ese proceso en el terreno visual dura meses. Mi primera mezcla no fue muy buena, sobre todo debido a mi inexperiencia. Desconocía el verdadero potencial del sonido como elemento dramático. El volumen de la música estaba demasiado alto y eso ahogaba todo el sonido ambiente. Los detalles como los ruidos de los coches pasando o el del roce de la ropa al caminar se perdían. El resultado fue que el filme adoptó una apariencia muy abstracta al faltarle los sonidos de la vida real. Afortunadamente, tuve una segunda oportunidad de mezclar y arreglé el problema. Y la película se volvió mucho más humana

EL VERDADERO EXAMEN

Ahora que la película ya está terminada a Naïm le queda una última prueba que superar; la más importante de todas, la de la audiencia. Tras ser exhibida en dos festivales, Berlin y Deauville y ganar el premio al mejor guión en este último, The Final Cut se estrenará en Estados Unidos en Octubre. Es en el estreno cuando un director novel se juega realmente su futuro; pues al fin y al cabo, si un estudio produce películas es para ganar dinero. Lo desconcertante es que el factor público solo tiene un efecto limitado en la recaudación final de una película. Es una simple cuestión de matemáticas: si una película se estrena en tres mil salas alrededor del país, ganará mucho más dinero que si lo hace solo en trescientas, y quien decide el numero de salas en las que se exhibirá una película no son los espectadores, sino el propio estudio. Cuanta más fe tenga un estudio en una película, más dinero se gastará en promoción y más presionará a las cadenas de cines para que exhiban su producto. Por eso, una buena o una mala reacción por parte de la crítica puede catapultarte o hundirte, porque los estudios escuchan con atención ese tipo de opiniones. Por lo que respecta al público, Omar Naïm está tranquilo.

“Nunca me rompí la cabeza tratando de averiguar que es lo que le agrada ver al espectador medio y lo que no. Ese no es mi trabajo. Mi objetivo era hacer el tipo de película que a mi me gusta ver y que nadie hace, una combinación entre lo mejor del cine americano y del resto del cine internacional y que con suerte le gustaría a otra gente también. Crecí en un país árabe, viendo películas que nunca eran árabes. Eran historias que sucedían en lugares remotos, que no me eran en absoluto familiares y que mostraban a personas que tenían siempre un aspecto muy distinto al mío. Creo que a consecuencia de eso nunca fui al cine con la idea de buscarme a mi mismo, sino a otras personas. En mi opinión, no es indispensable que el publico se identifique con el protagonista; que este les caiga bien. Lo verdaderamente importante es que el personaje en cuestión les resulte interesante. Michael Corleone no es un tipo agradable

Sea cual sea la recaudación final en taquilla, nadie puede quitarle a Naïm la experiencia vivida. “Los sentimientos que este proceso me ha inspirado han sido verdaderamente intensos. Esto es algo con lo que he soñado desde que tenía 13 años y por fin se me presentó la oportunidad de hacerlo. Mi mayor miedo no fue nunca que la oportunidad se desvaneciera a medio camino, o que alguien se aprovechara de mi, lo que de verdad me preocupaba era no poder demostrar con hechos todas las promesas que hice durante esos meses de negociaciones. La mezcla entre entusiasmo, miedo y adrenalina le da a uno mucha energía. En cierto modo, cabalgue sobre ese cóctel de hormonas y locura durante meses. Creo que es así como la gente sobrevive un rodaje tras otro”.

My fifth song (updated)

My fifth song (updated)

Esta canción esta ideada para ser cantada a dos voces. Las partes en letra normal, las cantaré yo y las que van en cursiva, las cantará una chica.


The stoRy of An Internet leaP

“Who are you?”
“What’s your name?”
“Where are you?”
“What’s your game?”

Were they just words?
Were you just words?
Was I just words (to you)?
Were we just words?
Were we just words that you typed to me?
Were we just words that got lost and fell in our leap?

“I know you”
“Keep talking”
“Yes, me too”
“I like the path we are walking”
As I wait for your next words to show,
The seconds stretch, the hours flow.

Though we’d never spoken
I could hear your voice at night.
Though my hope was broken
You turned darkness into light.

“I love you”
”We’re crazy!”
”I do, too”
”So crazy!”
As I gladly sign this sweet defeat
I crave the day when we should meet.

Though we’d never spoken
I could hear your voice at night.
Though my hope was broken
You turned darkness into light.

I met you.
”Who are you?”
I lost you.
”Who are you?”
Foolish me, I thought our bond sufficed.
But expectations claimed their price.

Though we’d ventured so deep
There were questions still to ask.
Your sight fell in our leap
And my face became my mask,
Friendly soul, foreign eye,
Our dilemma seemed absurd.
As the date progressed I
Found myself in loss for WORDS

Were they just words?
Was I just words (to you)?
Were you just words?
Were we just words that you typed to me?
Were we just words that got lost and fell in our leap?

Though the years keep running
I still hear your voice at night,
And though life has changed you
In your words I still see light.
Though this might surprise you,
You will always have my key.
Though the years keep running,
You are still alive in me.

Though the years keep running
You will always have my key,
And you ought to know that
You're much more than words to me.

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LEAP:
- verb

to jump, to spring over
-noun
1. A place jumped over or from
2. An abrupt transition.